viernes, 9 de marzo de 2012

& sing stupid songs.


Cuando era pequeña tenía un osito de peluche que, harto de que cada día lo ensunciara con lodo: lloraba, entonces lo empecé a meter en la lavadora, para que allí diera vuelvas y volteretas y pudiese reír y jugar hasta estar limpio de hartarse... Era mi oso favorito y estaba roto, siempre me gustaron las cosas rotas, así como las que estaban un poco sucias, las que tenían historias por contar y albergaban secretos. De hecho, siempre me han encantado los secretos, aún ahora de vez en cuando me encuentro alguna caja, carta o cajón lleno de pequeñas notas, pulseras, dibujos y tonterías varias de cuando era muy pequeña.
Todo cambio cuando conocí en el espejo a la mujer mas rota, sucia y con una cantidad de secretos que ante mis ojos era un manjar, algo en ella hacía aflorar las lágrimas y me anudaba en las entrañas, tal vez era su forma de mirar que se parece tanto a la mía. Estaba hecho de las cenizas de una sociedad, de un mundo y de muchos, demasiados sueños. Nos hicimos compañeras de aventuras porque eramos incapaz de quitar los ojos del escenario que es la vida, de jurarnos protagonistas y de andar por las calles y los restaurantes buscando aventuras... Teníamos una regla: "Fallar jamás es preocupación alguna"; me olvidé de mi osito, mis cartas y mis tonterías varias por intentar comprender los secretos de aquella mujer.
Al final, substituí los secretos y las cosas rotas por el cine, porque allí siempre hay gente triste queriendo esconder sus lágrimas, siempre está lleno de parejas que se encuentran, a escondidas. Y de amantes y de mentiras y de distancias. Pero sobre todo esta lleno de historias y en esas historias es mucho mas fácil encontrar(me), porque si hay algo que me guste mas que las cosas rotas, pequeñas y sucias y los secretos y los espejos, son las historias.

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