domingo, 10 de marzo de 2013

We could be heroes



Tu voz se estrelló contra mi boca, se aferró a mi cuerpo, me obligó a salir a la pista de baile. Báilame un poco de rock en tu vestido de noche, nena, zampémonos la noche en un solo beso. No éramos tú y yo; era tu cuerpo en mi retina; la confusión de un vodka mal servido y un par de copas a cambio de un guiño; la risa de la madrugada, rota y seca. La oscuridad nos iba tragando poco a poco, degustándonos, desgastándonos en horas. Los bares cerraban y el sonido de la música se diluía, y yo seguía bailando dentro de tus brazos, cayéndome poco a poco en tus besos, resbalándome por las aceras de barra en barra, bailando rock y haciendo añicos mis labios con hambre de los tuyos. No éramos tú y yo, era el mundo contra nosotros y los relojes que no paraban de chillar; eran las cinco de la mañana, o las seis; era la una, una espada contra un beso, era un sueño ahogado, un corazón dibujado en la pared.


Ahora siempre podías verme a la puerta de casa, sentada en mi tronito de cartón pintado de amarillo, balanceando los pies adelante y atrás, adelante y atrás, con un ritmo hipnótico que te agarraba del pecho y te obligaba a preguntarme algo. Cualquier cosa, eso no importaba demasiado. Sólo sentías la necesidad de oír mi voz. A lo mejor un día tenías suerte y te soltaba una de mis frases largas, otras veces sólo asentía con la cabeza y seguía moviendo los pies y tarareando bajito las canciones que bailamos hasta que te ibas.

Heroes